ASOCIACIÓN CARDENAL EDUARDO F. PIRONIO
La sección inaugural fue el 18 de octubre de 2005 (18hs) en Roma
(Instituto “Hermanas de María Niña” – Via Paolo 5) El saludo inaugural estuvo a cargo del P. Josè Maria Arnaiz sm, dirijió unas palabras el postulador de la causa P. Giuseppe Tamburrino OSB, también brindó su testimonio el Cardenal Jorge Mario Bergoglio.
Lo que sigue es una traduccion del italiano de la exposicion principal a cargo de Monseñor Renato Boccardo colaborador del Cardenal Pironio para las JMJ.
RECUERDO DEL CARDENAL PIRONIO
INTERVENCIÓN DE MONSEÑOR RENATO BOCCARDO
(Secretario general del
Gobernatorato de la Ciudad del Vaticano)
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WYD MANILA: Juan Pablo II (centro) , Cardenal Pironio (izquierda) , Mons. Renato Boccardo (derecha) |
- [ Esta Traducción es de mi autoria, el documento original en italiano aqui ]
"Dio testimonio de su fe en
la alegría: la alegría de ser sacerdote y constante deseo de comunicar a los
jóvenes de hoy"
Juan Pablo II, 07 de febrero 1998, homilía funeral del cardenal Eduardo Pironio.
Visto de una manera más sencilla e
inmediata, el cardenal Pironio es un amigo leal que nos dejó cuando muchos gustábamos
de su amistad y hoy tenemos gran necesidad de él.
Nos queda ahora rezar por él.,
como pidió en su testamento y hacer memoria de él, como hacemos este día. Me
siento particularmente honrado y agradecido por la invitación de poder
compartir con ustedes el recuerdo, el reconocimiento,
gratitud y el afecto por nuestro
cardenal.
Cuántos lo vimos morir dijimos:
este hombre es uno de los que han aprendido de la vida el buen morir y por lo
tanto nos deja con la creencia íntima y fuerte que continuará viviendo. Con
esta certeza de la fe y la esperanza transcurrió los últimos diez días de su
existencia.
Cuando el Papa lo llamó por
teléfono - era Lunes, 02 de febrero 1998 - dijo:
"Santo Padre, me voy al cielo. Nos
veremos en el cielo. Desde allí continuaré ayudándolo en el servicio de la
Iglesia. Voy a seguir rezando por usted. Gracias por la confianza que me dio.
Perdóneme si yo no siempre he sido capaz
de responder a sus expectativas. Renuevo mi lealtad".
No me olvidaré unos de sus últimas
recomendaciones: Lo que sea que necesites, me lo pedís cuando este en el cielo.
Además de tener un gran amigo, estamos seguros de que ahora tenemos un poderoso
intercesor.
El cardenal Pironio fue para
muchos creyentes la presencia del Señor, el evangelio de la transparencia, la
acción luminosa del Espíritu. Ha hecho el bien, y la voluntad ha hecho su vida
fecunda. Su presencia siempre fue acompañada por una gran cordialidad y
sencillez.
Él despertó simpatía y comunión
espontánea; transmitía paz y alegría; la
palabra impregnada de fortaleza y esperanza.
Volver a él a los ojos y el recuerdo significa aceptar el reto de estar
presente en la sociedad y en la Iglesia. Se trata de hacerlo mirada serena y
escucha atenta, comunicativa y humilde. Como lo hizo él que supo estar en el centro sin ser el centro.
Un capítulo muy especial y rico
del cardenal Pironio lo escribió en el Consejo Pontificio para los Laicos con
las Jornadas Mundiales de la Juventud. Nacidas de la intuición profética y un
gran amor por los jóvenes de Juan Pablo II, estas reuniones se han
encontrado en cardenal un partidario convencido y un artífice sabio: él recibió la jornada en su inicio en Roma en
1984, llegando a ser un peregrino incansable con el Papa y con los jóvenes en
las carreteras del mundo, los acompañó con ternura y amor hasta el año 1996, la
víspera de su duodécimo año en París.
Y cada vez, con la palabra y la
presencia constante, discreta, sonriente y paterna, que marcó un paso adelante,
un cambio en el sentir, una perspectiva diferente sobre la que reflexionar ,
una semilla nueva que el cardenal puso
con suavidad y confianza en el terreno fértil de edad verde.
En 1997, en la Jornada Mundial de
París él no estaba allí físicamente.
Pero aquella muralla de brazos y esos pañuelos ondeando sin fin en el Hipódromo
de Longchamp y esa cadena humana verso
la Torre Eiffel con Juan Pablo II como
anillo central son imágenes que permanecen
vivos en nuestra memoria. Todo eso era obra suya, era el fruto de su trabajo,
el resultado de 12 años de intensa actividad.
Era extraordinario el vínculo que
Pironio pudo establecer con los jóvenes. Con la autoridad que se distinguía en
su aspecto, podría haber resultado poco creíble a los ojos de los jóvenes que
lo tenían de compañero de viaje. Pironio había experimentado muchas cosas y
había visto mucho. Había explorado el alma de
los hombres, escuchado sus inquietudes, había confrontado esas
experiencias con las propias y los comprendía.
Durante los Forum Internacional de
Jóvenes y la Jornada mundial de la Juventud era habitual encontrarlo en medio
del grupo de jóvenes en jeans y remera, con la acreditación colgada del cuello
y la mochila en la espalda; él en cambio con su habito oscuro y la cruz
pectoral, pero todos completamente a gusto.
Y, a pesar de que no hablaba “su”
idioma, su comunicación con los jóvenes fue inmediata, profunda y riquísima en
contenido. Se " entendieron", sin necesidad de intérpretes.
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Juan Pablo II y el Cardenal Pironio. Aula Pablo VI (1995) |
El
cardenal de los jóvenes había aprendido lo que sus amigos con decenas de años de menos, le
pedían al mundo de los adultos y a la
Iglesia:
"Estos jóvenes no tienen
miedo de trabajo duro, el sufrimiento y la cruz. Tienen miedo de la
mediocridad, la indiferencia, la vergüenza ", dijo Pironio frente al Papa
en Loreto, en la llanura de Montorso, 9 de septiembre de 1995.
No es una coincidencia que una de
las primeras cosas que me dijo cuando llegué a la Pontificio Consejo para los
Laicos fue: Nosotros acá no tenemos que ser bomberos, sino arquitectos. Es
decir: no tenemos que adormecer, apagar, nivelar, normalizar; hace falta
construir, incluso con peligro de arriesgar y - como se dice - pagar en persona.
Cuando, en el otoño de 1996, el
cardenal Pironio dejó la presidencia del Consejo Pontificio para los Laicos por
haber alcanzado la edad de jubilación, la revista "I Care" de la Fundación
Juventud Iglesia Esperanza publicó una carta que los jovene sdedicaron a
Pironio