Oración al Siervo de Dios Cardenal Eduardo Pironio

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viernes, 24 de abril de 2015

Romero y Pironio en Vaticano


Sus encuentros en el Vaticano


En su Diario Monseñor Romero dejaba plasmado todas sus actividades e impresiones más importantes, allí también quedaron sus encuentros con el Cardenal Pironio en Vaticano entre 1978 y 1980. Los problemas en El Salvador son muchos, la inminente guerra civil, las infamias hacia Romero que llegaron via Nunciatura a Roma acusandolo de "comunista" y sumado a ello la desobediencia del clero y del obispo auxiliar para con el arzobispo Romero...


JUNIO DE 1978 - PABLO VI
Romero junto con otros obispos de El Salvador viajan a Vaticano. Allí Monseñor Romero mantiene una entrevista con el Card. Baggio prefecto de la Congregación de obispos, acerca las acusaciones en su contra (difamaciones, cartas que fueron enviadas a la Santa Sede acusándolo de comunista, de formar mal a los sacerdotes y de estar en contra del Papa)
Romero y otros obispos consiguen presenciar la Audiencia general y después mantienen una audiencia privada con Pablo VI (21 de junio de 1979, XV aniversario de la elección de Pablo VI)
El Papa nos hizo sentar a un lado y otro de él y dirigiéndose a mí en particular, me estrechó la mano derecha y me la retuvo entre sus dos manos largo rato, yo también estreché con mis dos manos las manos del Papa. Hubiera querido para ese momento una fotografía que expresara esa íntima comunión de un Obispo con el centro de la unidad católica.


Su Santidad Pablo VI y Monseñor Romero en 1978


Y teniéndome así las manos, me habló largamente. (…)  las ideas dominantes de esas palabras fueron estas: "Comprendo su difícil trabajo. Es un trabajo que puede ser no comprendido, necesita tener mucha paciencia y mucha fortaleza. Ya sé que no todos piensan como usted, es difícil en las circunstancias de su país tener esa unanimidad de pensamiento, sin embargo, proceda con ánimo, con paciencia, con fuerza, con esperanza". Me prometió que rezaría mucho por mí y por mi Diócesis. Y que hiciera todo esfuerzo por la unidad. Que si en algo podía él personalmente servir, que con gusto lo haría. 

Le expresé mi adhesión inquebrantable al magisterio de la Iglesia. Y que en mis denuncias a la situación violenta del país, siempre llamaba a la conversión y me mostraba compasivo con los que sufrían, con las familias de las víctimas, y al mismo tiempo que hacía la denuncia del pecado, llamaba a conversión a los pecadores. El Papa repitió que oraría mucho por nosotros, y que le dijéramos qué podía hacer él para ayudarnos (…) 
Y por último nos dijo: "Vamos a tomar una fotografía". Y entró el fotógrafo para darnos este gusto del Santo Padre, que era nuestro gran deseo, tener unos testigos en imágenes de aquel momento inolvidable. (…)