Oración al Siervo de Dios Cardenal Eduardo Pironio

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UN PASO MÁS CAMINO A LOS ALTARES

ROMA: CONCLUYÓ LA FASE DIOCESANA DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN  DEL SIERVO DE DIOS EDUARDO CARDENAL PIRONIO 11 DE MARZO DE 2016  ...

jueves, 24 de marzo de 2016

JUEVES SANTO parte2


Homilía de monseñor Eduardo Pironio obispo auxiliar de La Plata en  la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria (La Plata, 1971)



Un consejo antes de leer:
donde dice 1971 piensen en 2016,
 Pironio pregunta: 

"Y yo me pregunto si después de veinte siglos nosotros hemos comido verdaderamente el Cuerpo del Señor y bebido su Sangre. Porque el mundo tendría que ser distinto si los cristianos hubiésemos comido de veras el Cuerpo y bebido la Sangre del Señor.  Yo me pregunto si ahora, en 1971, comprendemos que el mandamiento del Señor tiene todavía vigencia y que a nosotros los cristianos nos ha comprometido a amar de veras, amar perdonando, a amar comprendiendo, a amar sirviendo". 


Jueves Santo: Misa de la Cena del Señor
Ex 12,1-8.11-14 / Sal 115 / 1Co 11,23-26 / Jn 13,1-15


“Este es mi mandamiento nuevo:

ámense los unos a otros como Yo los he amado.

No hay amor más grande que dar la vida por el amigo.”
Jn 15,12


“Tomen y coman: Este es mi Cuerpo”.

Muy queridos hermanos míos en el Señor:

Jueves Santo de 1971. Estamos congregados por el Espíritu en el nombre del Señor Jesús, para conmemorar la Cena del Señor. Tenemos seguridad, carísimos hermanos, en una presencia misteriosa y muy honda, una presencia de amor de Cristo, ya, en medio de nosotros. El sacerdote que ha proclamado el Evangelio les ha asegurado a ustedes “el Señor está con ustedes”. 

Es esa presencia que asegura habernos congregado como una sola familia, un solo corazón y una sola alma para recibir en silencio la mismísima Palabra del Señor. Y yo quisiera que fuera ella, la Palabra del Señor, la que ahora continuara hablándonos, que nos iluminara por dentro, que nos quemara para purificarnos y que nos cambiara.



Nos ha hablado la Palabra del Señor. Nos hemos congregado en familia para comprometernos con ella, con esa misma Palabra, a realizarla después en lo cotidiano, en lo simple, en lo de cada rato, en casa, en el trabajo y en la calle. 
Porque la Palabra de Dios exige ser recibida en el silencio y en la pobreza, como María, ser realizada después en total y plena disponibilidad, porque eso es ser cristiano.

Nos hemos congregado esta tarde, mis queridos hermanos, en la mismísima tarde de la celebración de la Institución de la Eucaristía, de la Institución del Misterio Sacerdotal, de la entrega de un mandamiento de Amor.

Debió ser así, una tarde como esta, aquella en la cual Jesús se reunió con sus discípulos. Les dijo: Tomen, coman, esto es mi Cuerpo que será entregado por ustedes; esta es mi Sangre que será derramada por ustedes. Debió ser una tarde así, una tarde así en la cual el Señor les dijo: hagan esto en memoria mía hasta el final, hasta que yo vuelva. Proclamen siempre la muerte del Señor hasta que yo vuelva. Debió ser una tarde así cuando les dijo a los discípulos: ámense los unos a los otros como Yo los he amado.

Y yo me pregunto si después de veinte siglos nosotros hemos comido verdaderamente el Cuerpo del Señor y bebido su Sangre. Porque el mundo tendría que ser distinto si los cristianos hubiésemos comido de veras el Cuerpo y bebido la Sangre del Señor. 

Yo me pregunto si ahora, en 1971, comprendemos que el mandamiento del Señor tiene todavía vigencia y que a nosotros los cristianos nos ha comprometido a amar de veras, amar perdonando, a amar comprendiendo, a amar sirviendo.

El Evangelio de hoy comenzó haciendo referencia a la hora de Jesús. Dice que sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre. Era la hora misteriosa de la cual había hablado tantas veces el Apóstol Juan; la hora marcada por el Padre para la redención de los hombres; la hora en que se iba a producir la unidad del mundo; la hora en que iban a dejar de ser dos pueblos, para hacerse en la unidad del hombre nuevo de Cristo, el Señor Resucitado, el solo Pueblo de Dios; la hora en que se iba a hacer la unidad muy profunda de los hombres enemistados, lejanos, y ahora volvían al Padre; la hora del amor, la hora de la unidad.

Yo quisiera mis hermanos, que comprendiéramos que también nosotros tenemos una hora, y que esta hora es la nuestra, que tenemos que comprenderla bien, que tenemos que amarla con intensidad y que tenemos que vivirla con generosidad. 

¡Esta hora nuestra! Esta hora nuestra así como se da; esta hora nuestra con todos sus riesgos y oscuridades, también con todas sus posibilidades y esperanzas; esta hora tan difícil y dura; esta hora tan rica y tan llena de Dios. Esta hora en la cual el Señor me está pidiendo absolutamente todo, a mí, cristiano.

Y es en esta hora donde yo voy a celebrar otra vez la Pascua con Jesús. Es en esta hora donde yo recojo ahora la Palabra de Jesús: que tengo que amar a mis hermanos. Es en esta hora que yo advierto que mi fe no es únicamente para proclamarla en la iglesia, en el templo, sino para vivirla en lo cotidiano, en lo simple y con todos los hombres. Es esta la hora que yo tengo que aprender que es necesario morir, despojarme, desprenderme para servir de veras a nuestros hermanos.

Quisiera que comprendiéramos esta hora. Les decía que es una hora muy difícil pero al mismo tiempo muy rica, muy llena de la presencia de Dios. El Espíritu de Dios está moviendo a las almas y comprometiéndolas a que vivan sencillamente, pero con intensidad, su cristianismo. 

Es la hora en que pareciera que todo se quiebra y se despedaza, en que pareciera que el amor mismo ha muerto entre los hombres, en que la injusticia se ha apoderado del corazón de los mortales. Es en esta hora donde yo, cristiano, tengo que poner un poco más de la Luz de la Verdad. Esta hora en la cual yo tengo que plantar la justicia y ser realmente hacedor de la paz en la justicia. Es la hora en que yo tengo que comprometerme, muriendo todos los días un poco, a amar de veras a mis hermanos.

Hoy conmemoramos, mis queridos hermanos, como tres Misterios. Es, ante todo, el Misterio del Sacramento del Amor en la Eucaristía, la Institución de la Eucaristía. Es también el Misterio mismo del Amor en la permanencia del misterio sacerdotal: Cristo que instituye el sacerdocio, ¡ministerio de amor! 

Y es el mandamiento nuevo, el mandamiento del amor. Todo en torno al amor.

Yo quisiera que pensáramos un poco con toda sencillez y que nos comprometiéramos a amar ahora, en este momento en que nuestro corazón está tal vez un poco más aliviado por la presencia del Señor, un poco más ayudado por el compromiso de nuestros hermanos; que nos comprometiéramos a amar en momentos en que el mundo lo que necesita es que los cristianos aprendiéramos a amar de veras. ¡Porque amar es fácil, saber amar es difícil!

JUEVES SANTO


Jueves Santo: Misa Crismal




Is 61,1-3a.6a.8b-9 / Sal 88 / Ap 1,5-8 / Lc 4,16-21



Homilía del 22 de junio de 1995

“Nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es amor.” (1 Jn 4,16)

Qué bellas son estas palabra de Juan, el discípulo que Jesús amaba, aquel que en la Última Cena reclino la cabeza sobre el pecho de Jesús! Para comprender el corazón de Jesús, para intuir sus latidos de amor es necesario ser un contemplativo, un testigo, uno que ha visto con los propios ojos y tocado con las propias manos al Verbo de vida.

Cardenal Pironio - Plaza San Pedro - Vaticano


En nuestra oración de hoy por la santificación de los sacerdotes hay un profundo silencio, una gran capacidad contemplativo, un sereno deseo de escucha, de acogida, de alegre disponibilidad al amor. Hemos creído en el amor que Dios nos tiene. De parte nuestra, pocas y simples palabras: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo” (Jn 21,17).

El sacerdote, misterio de amor. Propongo tres brevísimas reflexiones a la luz de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.


1- El sacerdote fruto, signo, trasparencia de un Dios que es amorComo el Padre me ha amado, así yo os he amado. Permaneced en mi amor (Jn 15,9). Esta es la experiencia más profunda del sacerdote que se siente privilegiadamente amado por Jesús, escogido, consagrado, enviado. Como el Padre me ha enviado, así yo os envío (Jn 20,21). No sois vosotros los que me habéis elegido a mí, sino yo el que os he elegido a vosotros para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca (Jn 15,16). 

Esta experiencia del amor de Cristo, cotidianamente renovada, conserva la frescura y el ardor del sacerdote. Se siente profunda y alegremente amigo de Dios para los hombres. Como Abraham, el amigo de Dios. Como Moisés que hablaba con Dios cara a cara como un hombre habla con su amigo. Como Juan, el discípulo que Jesús amaba. Vosotros sois mis amigos… Ya no os llamo siervos…; yo os llamo amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15,14-15). Rezar por la santificación de los sacerdotes es rezar para que aumente en nosotros la intimidad con Cristo en la oración personal, en la celebración litúrgica, en la alegre configuración con Cristo en la cruz pascual.

2- El sacerdote buen pastor y servidorYo soy el buen pastor, alimento a mi grey y por ellos doy mi vida. En esto se ha manifestado el amor que Dios nos tiene: Dios ha enviado a su Hijo para que tengamos vida por medio de él (1 Jn 4,9). Cristo es el don del Padre para la vida del mundoYo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas (Jn 10,11). 

El sacerdote es el don de Cristo a su Iglesia. Como Cristo -pastor, servidor, esposo- ofrece su vida por la salvación del mundo. En el corazón de la espiritualidad del sacerdote se encuentra la caridad pastoral, hecha de profundidad contemplativa, de serenidad de cruz pascual, de generosa disponibilidad para el servicio. Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel (1 Co 4,1-2). Nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús (1 Co 4,5).

A la luz de Cristo -Pastor, Servidor, Esposo- pensemos en los sacerdotes y recemos por su santificación. Por medio del Espíritu Santo el Señor aumente en nosotros la caridad pastoral, centro y plenitud de la espiritualidad sacerdotal.

LA ALEGRÍA DE LA FIDELIDAD, Especial Jueves Santo

ESPECIAL JUEVES SANTO
CARDENAL PIRONIO: LA ALEGRÍA DE LA FIDELIDAD

Para disfrutar este Jueves Santo en que Cristo instituyó la eucaristía y el sacerdocio un artículo que Pironio escribió para la Revista Pastores 1994 (diócesis de Rafaela Santa Fe a cargo de Mons. Franzini)


REVISTA PASTORES. AÑO 1 – Nº 1 Diciembre 1994

"LA ALEGRIA DE LA FIDELIDAD"
Cardenal Eduardo F. Pironio – Roma

"Feliz de Ti por haber creído"
(Lc 1,45)
"Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican"
(Lc 11,28).

1. Con motivo de mis 50 años de sacerdocio he hablado mucho del peso del amor de Dios ("pondus meum, amor meus") y de la alegría de ser sacerdote. 

He sentido necesidad de gritarlo sobre todo a los jóvenes, a los sacerdotes jóvenes o a los sacerdotes no tan jóvenes pero en dificultad. 
Quiero ahora explicar un poco más el sentido de mis palabras. 
Pero quiero hacerlo a modo de simples apuntes o reflexiones que nacen de una larga experiencia sacerdotal. No pretenden ser una "teología de la fidelidad" (de Dios, ante todo, y luego del sacerdote), sino que es un modo sencillo de prolongar mi Magnificat sacerdotal.

Eduardo Pironio en su Ordenación Sacerdotal (Basílica de Luján 1954) (Diario9deJulio)


Desde mi ordenación he dedicado gran parte de mi ministerio a los sacerdotes: a su formación inicial en el Seminario y a su formación permanente en escritos, conferencias y cursos.

Recuerdo con gratitud y cariño mis años de profesor en Mercedes y mi tiempo privilegiado de Rector en Villa Devoto. ¡Cuánta oración y silencio compartido, cuánta cruz gustada, cuánta esperanza madurada!

El Señor me concedió la gracia de trabajar con grandes sacerdotes (algunos de ellos ya muertos) y de peregrinar con ellos por algunas Diócesis y seminarios del país. Se trataba de una especie de cursos itinerantes de formación permanente donde siempre me reservaban el tema de la espiritualidad sacerdotal.

En 1954 estaba yo en Roma cuando, a fines de mayo, canonizaron a Pío X. Recuerdo que durante la larga procesión a pie, desde San Pedro a Santa María la Mayor, acompañando el cuerpo del nuevo Santo, recé constantemente por los sacerdotes y le prometí a San Pío X vivir mi sacerdocio amando muy especialmente a los sacerdotes y trabajando por ellos y con ellos.

No sé si lo he cumplido bien, pero he intentado hacerlo y eso constituye una de mis alegrías más hondas. Porque es como compartir la alegría de mi propio sacerdocio, que es el sacerdocio de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote.

Me siento sumamente feliz cuando el Señor me concede la gracia -no tan frecuente en mi ministerio actual- de ordenar un sacerdote. Es un momento central en la gozosa paternidad de un Obispo.

Cardenal Pironio ordena sacerdote a legionario de Cristo (años setenta) 


2. Pero quiero volver al tema propuesto: la alegría de la fidelidad. "Dios es fiel" (cf. 2Tm 2,13). 
Al terminar su primera carta a los Tesalonicenses, el Apóstol Pablo los saluda augurándoles: "Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará" (1Ts 5,23-24).

Es importante tener conciencia de la inquebrantable fidelidad de Dios en nuestra vida sacerdotal. Dios es perpetuamente fiel. La esencia de Dios es la fidelidad: "Yo soy el que soy", dice a Moisés (Ex 3,14), es decir: "Yo soy el que siempre está contigo". Por eso Jesús se autodefine "Yo soy" (Jn 8,28). Y es él el que nos elige, nos consagra y nos envía: "No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero" (Jn 15,16).
Son palabras que nos comprometen, pero al mismo tiempo nos dan serenidad y coraje. Valdría la pena recordarlas en particulares momentos de dificultad o desaliento. Y meditarlas desde el comienzo: "Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes" (Jn 15,9). "Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes" (Jn 20,21).

La vocación es fruto del amor; es importante conservar en la vida la experiencia de este amor con que Jesús nos llama y se compromete.


viernes, 18 de marzo de 2016

CARDENAL PIRONIO EN DOMINGO DE RAMOS



Homilía de monseñor Eduardo Pironio 
para el Domingo de Ramos





Por ese entonces todavía obispo auxiliar de La Plata faltaba apenas semanas para que Pablo VI lo nombrará obispo titular de Mar del Plta (abril 1972)

Evangelio  [ Is. 50,4-7 / Sal 21 / Flp 2,6-11 / Mt 26,3-5.14-27,66 ]

FUENTE Abadía de Santa Escolástica (San Fernando, Buenos Aires) dónde se encuentra todo el archivo del Siervo de Dios.
Click en este ENLACE  

26 de marzo de 1972

Siempre la palabra del sacerdote para que sea válida y fecunda y dé vida, tiene que ser sencillamente la Palabra del Señor, pero de una manera muy particular en este día Domingo de las Palmas o de Pasión, o de los Ramos, en que entramos en el santuario de la Semana Santa, la mejor palabra es la Palabra del Señor.

Hemos escuchado tres lecturas, las tres nos han pintado lo mismo: Jesús, el servidor del Padre que entrega su vida para salvar a los hombres; el misterio de la muerte, el misterio de la Resurrección de Jesús. Entramos ahora en esta celebración.

Yo quisiera que sobre todo la lectura de la Pasión quedara resonando hoy y toda esta semana en nuestro interior, por eso no quisiera empañar en lo más mínimo la sencillez del relato evangélico, quisiera que el Espíritu Santo nomás nos hiciera gustar bien profundamente esto que acabamos de escuchar y que nos ha conmovido por dentro y sobre todo que nos ha comprometido.

Pero precisamente para eso, para que fraternalmente nos comprometamos a responder a esta palabra de Jesús, yo quisiera hacer estas tres preguntas:

1- ¿Qué significa este Domingo de Pasión, de Ramos, de Palmas, y cómo nos compromete?

2- ¿Cómo hemos de vivir esta semana verdaderamente santa y definitiva para nosotros y para la historia?

3- ¿Qué puede significar para mí la Pasión de Jesús en alguno de los personajes que aparecen en el relato de la Pasión?

 En primer lugar, ¿qué significa para mí este Domingo de Ramos, de Palmas, de Pasión?
Tenemos los ramos en las manos, los hemos bendecido y tienen una doble significación.
Es la expresión de que Jesús es lo único que importa, que Jesús es el Señor, que Jesús es el Rey, es el dueño de mi corazón, de mi familia, de mi casa, de la historia, del mundo.
Al entrar Cristo triunfalmente en Jerusalén, sabiendo sin embargo que este triunfo tiene que pasar necesariamente por la cruz, me enseña que Cristo es lo único que importa y que yo seré definitivamente feliz en mi vida si hago de Cristo la opción única.
Sea obispo, sea religiosa, sea laico, donde quiera que esté, cualquiera sea mi camino, cualquiera sea la tarea concreta que tengo que desarrollar, lo único que importa en definitiva es Cristo.

En segundo lugar, el ramo, la palma, que yo llevo en la mano, lo llevaré después a casa, lo pondré en mi habitación, como un signo de la bendición y de la protección particular del Señor.
Recordaré que Dios está allí, que Dios viene conmigo, viene a mi tarea cotidiana, viene a mi casa, viene a mi familia, viene a mi problema para iluminarlo, viene a mi cruz para serenarla, viene a mi alegría para equilibrarla, viene a mi vida para darle sentido.
Es un signo de la protección del Señor. Un signo de que Dios está.
Y que Dios no está como huésped ausente sino como Padre que interviene, guía, conduce. Es un signo de tranquilidad, de seguridad, no de pasividad como descargándole toda la cosa a Dios, pero sí como un signo de que Dios está.

Entonces, el ramo significa sencillamente eso: por un lado, que nosotros cantamos el triunfo de Cristo, lo acompañamos como Rey que es, pero al mismo tiempo decimos: Cristo es lo único que importa, y mi vida no tiene sentido donde quiera que esté si no es centrada en Cristo. Y en segundo lugar, lo llevo a mi habitación, o a mi casa, y este ramo me asegura una protección, una bendición muy especial de Dios Padre de Misericordia.

Eso celebramos hoy. Pero al mismo tiempo con este Domingo de Ramos entramos en la semana verdaderamente santa del año que culminará la gran noche de la Vigilia Pascual.
Todo está encaminado a vivir el gozo profundo de la Vigilia Pascual.
¿Qué pasará en esa noche de la Vigilia Pascual?
Una luz nueva, un agua nueva, un pan nuevo, el Cristo Resucitado, Hombre nuevo, pero sobre todo yo tendré que ser en Cristo Jesús nuevo.
Yo tendré que nacer de nuevo, tendrá que nacer en mí una luz nueva, una luz de fe, una luz de esperanza, una luz de amor.
Fe luminosa para descubrir a Cristo que sigue viviendo en la historia y en el rostro de mis hermanos. Esperanza firmísima para saber que Jesús está conmigo hasta el final, que no tengo que tener miedo y temblar y asustarme. Amor muy ardiente que me lleva a entregarme en una actitud muy sencilla de servicio alegre a mis hermanos. Seremos hombres nuevos si en nosotros la noche de la Vigilia Pascual habrá una fe más viva, una esperanza más sólida y un amor más alegre y generoso.

Pero entonces, ¿cómo tengo que vivir yo esta semana preparando la gran noche de la Vigilia Pascual? ¿Cómo tengo que hacer? Meterme bien adentro de Cristo que en la oración glorifica al Padre, de Cristo que en la cruz redime al mundo, de Cristo que da la vida por los demás. Es decir, una actitud de mucho silencio y oración, una actitud de mucha alegría en la cruz y una actitud de mucha generosidad en el amor, en la caridad.

Una actitud de mucho silencio en la oración.
Hoy hemos recordado la oración de Cristo en el huerto. Cristo ora muy brevemente pero muy intensamente, con una conciencia muy filial: Padre, si es posible que pase esto, pero si no es posible, que se haga tu voluntad ante todo, que es lo único que importa.
¡Qué oración más linda, más breve, más intensa, más filial, más serenante! Padre, si es posible. Pero no se haga mi voluntad, no se haga mi voluntad.
Entonces esta semana vivirla más en clima de silencio y oración. Por supuesto, seguirá la vida como siempre y habrá que ir al trabajo o habrá que estar en casa o habrá que conversar con los demás, pero adentro tiene que haber un silencio mucho más profundo para escuchar la palabra del Señor.
Sobre todo, ¡qué lindo si todos los días leyéramos un trozo de la pasión de Jesús! Hoy la hemos leído toda. ¡Qué bueno ir después recogiendo un trocito cada día de esta Pasión de Jesús y meditarla y hacerla nuestra! Pero vivir en clima de oración.

Después meternos en la cruz y saborearla. ¡Qué bueno es saborear el cáliz del Señor!
Cada uno de nosotros tiene ciertamente un sufrimiento, una cruz. Ciertamente. Si no nuestra vida sería demasiado vacía, el Padre no nos habría configurado muy fuertemente a Jesús.
Cada uno tiene una cruz y esa cruz es muy fuerte aún cuando externamente para los que miran de afuera sea una cosa superficial y fácil, para el que la está viviendo es tremendamente aguda. Bueno, esta cruz mía es una partecita de la cruz verdadera de Jesús, porque Jesús prolonga su Pasión en la historia, prolonga en mi cruz, en el sufrimiento de mi hermano y en el dolor de la Iglesia: Cristo prolonga su pasión.

Saborear esta cruz pero con un sentido pascual. Que la cruz no me oprima, que no me aplaste, que no me destruya. Saber que solamente de la cruz brota la resurrección, la vida y la esperanza. Por consiguiente, meternos en la cruz del Señor y saborear en silencio esta semana el misterio de la muerte y de la cruz de Jesús, es vivir nuestra propia cruz con un sentido pascual, con un sentido de esperanza. Tiene que haber mucho recogimiento esta semana pero nada de tristeza porque la tristeza en definitiva no es cristiana. Puede haber un dolor muy hondo pero todo tiene que estar iluminado con la seguridad firmísima de la esperanza.

Y por último, otro sentimiento con que tiene que ser vivida esta semana es la entrega, o sea, Cristo se entrega. Hemos escuchado cómo Cristo toma el pan, toma el vino y lo entrega y dice: esto es mi Cuerpo que será entregado, esta es mi Sangre que será derramada.
Es una entrega la Pasión de Jesús. ¡Qué bueno es darnos, darnos! Un sentido de entrega total a Dios, nuestro Padre y a los hombres, nuestros hermanos. Es aquello de Jesús: no hay amor más grande que el de aquel que da la vida, que el de aquel que se entrega.

Entonces, si queremos vivir esta Semana Santa bien, en una actitud de entrega, de donación, de total muerte a nosotros mismos para dar la vida, estos tres sentimientos:

– silencio muy profundo de oración,

– saborear la cruz y

– entregarnos de veras.

La tercera pregunta muy sencilla era: ¿qué significa para mí la Pasión y cómo me puedo reconocer en alguno de los personajes?
Estamos acostumbrados o a mirar la Pasión como algo demasiado lejano o como lago demasiado extraño que ocurrió… incluso cuando yo estaba leyendo recién la Pasión pensaba: y esto ¿no será una novela, no será un cuento? No. Esto es real.

Todo esto pasó una vez hace dos mil años en tierras sencillas como las nuestras, en la pobreza de Judea, en Palestina, en la tierra que ahora es Tierra Santa porque la pisó Jesús. Allí vivió alguien que se llamó Jesús de Nazaret, a quien los hombres crucificaron y el Padre le devolvió la vida y lo hizo Señor para su gloria. Allí vivió también una sencilla mujer de pueblo, una mujer que iba todos los días a sacar agua de la fuente y se llamó María. Todo esto pasó. Y entonces yo me pregunto: esto pasó hace mucho, esto no es algo extraño, esto pasó. Pero al mismo tiempo vuelve a pasar, o sea, esta Pasión vuelve a prolongarse.

Cristo sigue viviendo en la historia. Decía recién vive en mi dolor, vive en el dolor de la Iglesia, vive en el sufrimiento de la historia, en el sufrimiento de los hombres. ¿Qué significa para mí la Pasión? ¿Sencillamente ponerme a meditar y decir cómo padeció Jesús?
¿O descubrir a este Jesús que sigue sufriendo en mi hermano, en mi hermana, en la Iglesia, en los hombres, en mí?
Y tengo que tener suficiente capacidad para descubrir a ese Señor que sufre y entregarme de veras.

Pero yo tengo que reconocerme después en alguno de los personajes de la Pasión. No sé si a todos se les habrá ocurrido como a mí muchas veces: ¿y qué tal si yo hubiese vivido en tiempos de Jesús?
Porque pudo haber sido. ¿Qué tal si yo hubiese vivido en tiempos de Jesús? Y nos hubiese gustado vivir en tiempos del Señor. Yo diría, nosotros no hemos elegido vivir ahora o vivir entonces; eso fue designio de Dios. Pero lo que es certísimo es que si nosotros no hemos vivido con Él, Él vive con nosotros. Eso es certísimo. Él sigue viviendo con nosotros.
Pero, ¿qué tal si nosotros lo hubiésemos visto con nuestros propios ojos de carne, hubiésemos conversado con Él, lo hubiésemos visitado, qué pasaría? ¿En cuál de los personajes nos ubicamos? ¿Seríamos igual que María Santísima, nos encarnaríamos en María Magdalena, en María la madre de Santiago y de Juan? ¿O nos encarnaríamos en la audacia de Pedro, aquel a quien le faltó pobreza y desafió demasiado y después probó sus propios límites y sus propias miserias?
¿Yo me reconocería -ciertamente que no- pero podría también reconocerme en la fragilidad de Pilatos o en el espíritu negativo de Judas? ¿En cuál de los personajes de la Pasión podría estar yo?
¿O estaría sencillamente en todos los discípulos que todos dijeron: aunque todos te dejen yo no -todos empezaron a decir- y todos cuando llegó el momento dispararon? ¿En cuál de los personajes?
¿O tal vez el Señor me daría a mí el privilegio de ser como Juan y el poder recostar mi cabeza en su costado?
No sé. Pero cada uno que tome la Pasión y que trate de descubrir su postura.
Pero nuestra postura tiene que ser, en definitiva, una sola. La postura de María. De María serena y fuerte al pie de la cruz, sin aplastarse. Bien cerca. De María, bien dolorida pero al mismo tiempo bien serena. Y de María que a cada rato le vuelve a decir al Padre que sí: por eso Jesús puede realizar el misterio de su muerte y de su resurrección.
Yo les deseo desde ya una Semana Santa muy fecunda, extraordinariamente fecunda para que tengan una feliz Pascua, para que la noche de la Sagrada Vigilia sea extraordinariamente luminosa para todos: para ustedes y para mí y para toda la Iglesia y para todo el mundo. 

Que así sea.
                                                                                    
26 de marzo de 1972

+ EDUARDO FRANCISCO PIRONIO  -  SIERVO DE DIOS




domingo, 13 de marzo de 2016

UN PASO MÁS CAMINO A LOS ALTARES

ROMA:

CONCLUYÓ LA FASE DIOCESANA DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN
 DEL SIERVO DE DIOS EDUARDO CARDENAL PIRONIO
11 DE MARZO DE 2016 
VICARIATO DE ROMA - 12 HS


LA CEREMONIA DE CLAUSURA 

Toma la palabra el postulador de la causa Padre Giuseppe Tamburrino
La ceremonia de Clausura estuvó presidida por el Cardenal Agostino Vallini vicario de su santitidad para la diócesis de Roma. Allí se porcedió a lacrar siete cajas azules con la documentación sobre el Cardenal Pironio a modo simbólico puesto que se trata de 17 cajas que contienen toda la documentación y testimonios recojidos. 

La documentación recogida en el proceso diocesano con los testimonios, escritos y documentación sobre la vida, virtudes y fama de santidad del cardenal Pironio en realidad es más grande. “En total son 17 cajas, una enorme documentación, que deberá ser estudiada” indicó el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini. 

COMO SIGUE EL PROCESO?

Estas cajas serán enviadas a la Congregación para las Causas de los Santos para su estudio. En tanto despues de entregar las cajas se procedera a nombrar a un relator que elaborará la ‘Positio’, un volumen en el que se incluyen los principales testimonios y aspectos de la vida, virtudes y escritos del Siervo de Dios.




A continuación será la Comisión de Teólogos la que dará un informe sobre la heroicidad o menos de las virtudes del candidato. Si el informe es positivo, la Congregación para las Causas de los Santos lo presenta al Papa, que dicta el decreto de heroicidad de virtudes. Si se confirma un milagro por intercesión del Siervo de Dios, podrá ser beatificado, y con un segundo milagro podrá ser canonizado.








El proceso de beatificación del cardenal Pironio, fallecido en 1998, fue impulsado por la Conferencia Episcopal Argentina durante la Asamblea Plenaria de noviembre de 2003, donde se constituyó como el actor principal del proceso. Dos años después, la causa fue introducida en el tribunal eclesiástico del Vicariato de Roma, ya que el juzgado competente es el del lugar de fallecimiento del postulante.

La Conferencia Episcopal del Lazio aceptó la causa y el cardenal Camilo Ruini pidió a la comunidad eclesial noticias sobre la fama de santidad del purpurado argentino.
Tras el ‘nilil obstat’ de la Congregación para las Causas de los Santos se abrió el proceso. El 23 de junio de 2006 se registró la apertura de la fase diocesana del proceso y la constitución de una comisión para determinar el contexto histórico en el cual el cardenal latinoamericano desarrolló su labor.
El Tribunal de la curia arzobispal de Buenos Aires recogió hasta 7 de octubre del 2007, 42 testimonios de sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos de su país y de Colombia, entre los cuales está la del cardenal Jorge Bergoglio. (ZENIT)


LOS ASISTENTES A LA CEREMONIA DE CLAUSURA


Según reporte de RomaSette la web de la diócesis de Roma y lo poco que pudo verse en las fotografías estaban presentes como mencionamos el Cardenal Vallini  que presidia la ceremonia a su lado mons. Slawomir Oder juez delegado, también el promotor de justicia mons.  Giuseppe D’Alonzo  y el notario Marcello Terramani.





El Cardenal Vallini subrayo que Pironio era un “hombre de Iglesia, con una profunda fe en el Papa, en el cual “veía” a Cristo, y con un profundo sentido eclesial. Un pastor con una gran sensibilidad humana y en particular por los jóvenes. En su larga y vasta experiencia supo percibir de los jóvenes sus interrogaciones más profundas y sus deseos más genuinos, pero sabia también fiarse de los jóvenes y descubrir la riqueza que trae el entusiasmo, la disponibilidad y la creatividad. Fue para todos testigo que ha experimentado “lo invisible” en manera profunda, inmerso en el amor del Padre e ensimismado en Cristo”


Como adelantamos estaba Monseñor Fernando Vérgez, secretario general de la gobernación del Estado Ciudad del Vaticano: 
“Visiblemente conmovido durante toda la ceremonia estaba el secretario personal de Pironio, el obispo Fernando Vérgez Alzaga y también la sobrina en segundo grado Daniela, que recordaron la disponibilidad y la bondad del cardenal argentino” (RomaSette, traducido del italiano)
"Es una inmensa alegría ver que se da este paso", dijo a LaNacion

Presente y muy feliz se lo vió a Monseñor Carlos Malfa como se muestra en esta foto de prensa.  "Pironio fue profundamente humano y todo de Dios. No hay una persona que se haya acercado a él que no se haya sentido profundamente amada y que no se haya llevado algo de Dios: ésta es la santidad", destacó Mons. Malfa a LaNacion.



"Ahora pasa a la Congregación para la Causa de los Santos. Allí se examina si la fase diocesana ha sido hecha correctamente y se nombra un relator que prepara lo que se denomina la 'positio', es decir una síntesis de la Causa, que es examinada por teólogos para ver si ha vivido las virtudes de manera heroica. Si es así, pasa a la comisión de Cardenales, que lo presentan a la firma del Santo Padre y puede ser declarado 'venerable' la instancia previa a la beatificación". "Luego de la comprobación de un milagro, puede llegar a la beatificación. Todo lleva su tiempo" explicó a Télam el secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, Carlos Malfa.

En declaraciónes a la Oficina de Prensa de la Conferenca Episcopal Argentina: "Mons. Malfa valoró la figura del Siervo de Dios, recordando que "el cardenal Pironio era profundamente humano y todo de Dios, quien lo encontraba no se iba sin sentirse amado y llevándose algo de Dios”. Comentó que el Papa Francisco pidió a su secretario personal, Mons. Fabián Pedacchio que participara de la sesión de clausura, la cual fue presidida por el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini. 


“La celebración comenzó puntualmente a las doce. El cardenal Vallini abrió la sesión con el rezo del Ángelus. Inmediatamente el notario procedió a la lectura de las actas en la que constaban todo lo que se iba realizando. Las cajas que contenían la documentación de todo el proceso diocesano fueron lacradas y se dispuso que se entreguen a la Congregación de la Causa de los Santos”, describió Malfa. 




Luego, “el cardenal Vallini cerró con un discurso muy sentido que reflejó la vida entera del cardenal Pironio. Comenzó con el texto evangélico de la elección de los Apóstoles por parte de Jesús, hizo referencia a textos del cardenal. También recordó la conocida, conmovedora y milagrosa historia contada por el mismo Pironio referida a su familia y los 22 hijos que tuviera su mamá a la que el médico, después del nacimiento del primero, le había dicho que no podía tener más hijos. También se refirió a la intervención de Mons. Alberti, al que años más tarde Pironio sucedió como auxiliar de La Plata y recibió la cruz pectoral que le había pertenecido. Recordó además las distintas misiones que la Iglesia había confiado a Pironio y trazó un perfil espiritual, teológico y pastoral del purpurado”, resumió Malfa.



Malfa destacó la presencia de numerosas personas, entre ellos el cardenal argentino Leonardo Sandri; Mons. Fernando Vérgez Alzaga (secretario personal de Pironio durante 23 años); Mons. Renato Boccardo, Mons. Josef Clemens, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo; sacerdotes, religiosas y laicos, y una delegación del Friuli, particularmente de la parroquia de Percotto, de la que partieron sus padres para Argentina". (CEA)

La web diocesana y la agencia Telam y Zenit indicaron que también se encontraba el Cardenal Leonardo Sandri que recordemos conoce al cardenal desde los tiempos del seminario de Devoto, como podemos ver en la foto.

De Derecha a Izquierda: Mons. Farrel , Padre Tamburrino, Guzmán Carriquirri y el Cardenal Sandri 



Por supuesto estaba el postulador  el padre Giuseppe Tamburrino que dio declaraciones a la prensa

Se pudo ver Monseñor Renato Boccardo en primera fila (obispo de Spoleto-Norcia, colaborador de Pironio en las JMJ) que además  ofreció una entrevista para RadioVaticano.

de Izq a Der: Mons. Vérgez, Mons. Sanchez Sorondo y Mons. Boccardo


Como en la sesión de apertura hace diez años asistieron Monseñor Josef Clemens secretario del pontificio consejo para los laicos, Monseñor Brian Farell LC secretario de la Promoción para la unidad de los cristianos, el Canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo (que estaba sentado al lado de mons. Vérgez). Sentado al lado del postulador se vió a el uruguayo Guzmán Carriquiry miembro del Pontifico Consejo para los Laicos en tiempos de Pironio y ahora secretario de la Pontificia Comisión para América Latina.




Estaban presentes los argentinos: monseñor Lucio Adrián Ruiz (jefe de Internet y secretario de la Secretaría de Comunicación de la Santa Sede), mons. Mariano Fazio (vicario general del Opus Dei), el padre Angel Bartolomé Hernández, rector de la Iglesia argentina de Roma y el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio PfirterY sentado bastante atrás se pudo ver a mons. Fabián Pedacchio, secretario particular del Papa.



Y no podian faltar en esta celebracion
los "Amici dei Cardinale Pironio" de Percoto (Friuli, Italia), espero tener nuevas noticias sobre ellos.



Por lo demás unas pocas fotos y en el enlace que sigue un VIDEO muy corto publicado en Twitter por @bettapique 

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Espero queridos amigos les haya gustado este resumén sobre la Sesión de Clausura de la Fase Diocesana de Beatificación y Canonización de nuestro querido Siervo de Dios Eduardo Cardenal Pironio. 

Si alguno cuenta con información o imágenes por favor pueden enviarlas a facebook.com/eduardocardenalpironio 

Esperemos pronto Dios nos de la gracia y podamos llamarlo BEATO!!! 
Que todo sea a mayor gloria de Dios!


CRÉDITOS

[ Con información de: TELAM -  RomaSette -  Agencia Zenit  - DiarioLN  -  ACI Prensa - AICA Conferenca Episcopal Argentina ]

[ FOTOS de: FIAC Youth CoordinationAci Prensa -  Agencia Zenit  - DiarioLN - RomaSette -   @bettapique  ]