Palabras del Card. Eduardo Pironio a S.S Juan Pablo II
X Jornada Mundial de la Juventud Manila , 14 de enero de 1995
Manila , 14 de enero de 1995
Querido Santo Padre:
«Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas noticias» (E 52,7).
Cardenal Pironio en la Vigilia de la JMJ Manila - Luna Park - 1995 |
¡Cómo quisimos aliviarlo en su dolor! Pero sabemos, que eso es ahora su profecía. Profecía más clara y más fecunda. Tal vez, la decisiva para la paz del mundo.
Escucharemos su palabra que nos ilumina y hace fuertes; participaremos en su eucaristía e intentaremos beber en su propio cáliz Pero, sobre todo, queremos ser fieles a sus exigencias. Continuaremos en exigirnos en la santidad y en la misión misión.
Escucharemos su palabra que nos ilumina y hace fuertes; participaremos en su eucaristía e intentaremos beber en su propio cáliz Pero, sobre todo, queremos ser fieles a sus exigencias. Continuaremos en exigirnos en la santidad y en la misión misión.
Los jóvenes quieren al Papa, porque saben que el Papa quiere a los jóvenes
Usted ha vuelto a repetirles: « Ustedes son mi esperanza ». Gracias, Santo Padre, por su confianza y su fidelidad.
Nosotros hemos venido a orar con usted (no importa si hemos hecho tantos kilómetros a verlo aunque sea desde lejos (porque sabemos que estamos con « el dulce Cristo en la tierra »), a manifestarle nuestro amor por la Iglesia, por el Papa y por el mundo a través de palabras y de gestos, de oraciones y de cánticos de testimonios y de silencios.
Santo Padre, nada más! Sólo queremos decirle que rezamos con usted, que rezamos por usted, que esperamos con usted la buena noticia de la paz. Y que a nosotros, los jóvenes mensajeros de la paz en un mundo lacerado por el odio y la violencia, nos confirme en nuestra fe y nos envié de nuevo por el mundo.
Nosotros hemos venido a orar con usted (no importa si hemos hecho tantos kilómetros a verlo aunque sea desde lejos (porque sabemos que estamos con « el dulce Cristo en la tierra »), a manifestarle nuestro amor por la Iglesia, por el Papa y por el mundo a través de palabras y de gestos, de oraciones y de cánticos de testimonios y de silencios.
Santo Padre, nada más! Sólo queremos decirle que rezamos con usted, que rezamos por usted, que esperamos con usted la buena noticia de la paz. Y que a nosotros, los jóvenes mensajeros de la paz en un mundo lacerado por el odio y la violencia, nos confirme en nuestra fe y nos envié de nuevo por el mundo.
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