LA PRIMERA JORNADA MUNDIAL
DE LA JUVENTUD
DE LA JUVENTUD
ROMA 1986 - NIVEL DIOCESANO
El anuncio de la institución de la Jornada Mundial de la Juventud se produjo durante la alocución de Juan Pablo II al Colegio de Cardenales y a la Curia Romana del 20 de diciembre de 1985: "El señor ha bendecido ese encuentro (con los jóvenes la víspera del Domingo de Ramos el 30 de marzo de 1985) de forma extraordinaria, tanto que, para los años venideros, se ha creado la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el Domingo de Ramos, con la valiosa colaboración del Consejo para los Laicos". Ver Aqui
El Cardenal Pironio junto a Juan Pablo II Pascua - 30 de marzo de 1986 |
Primera Jornada Mundial de la Juventud
Roma - 1986
Tema: «Siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1Pt 3,15)
Celebración (diocesana) Domingo de Ramos (23 de marzo de 1986)
Homilía del Santo Padre Juan Pablo II.
Domingo de Ramos, en ocasión de la JMJ
"Queridos jóvenes amigos: Hoy estáis de nuevo aquí para comenzar en Roma, en la plaza de San Pedro, la tradición de la jornada de la Juventud, a cuya celebración ha sido invitada toda la Iglesia.
Doy cordialmente la bienvenida y saludo a todos los que habéis venido no sólo de Roma y de Italia, sino también de España, de Francia, de Suiza, de Yugoslavia, de Alemania, de Austria y de otros diversos países. Saludo a todos los aquí presentes. Y al mismo tiempo en vosotros saludo a todos los que no están aquí, pero que hoy —o en cualquier otro día del año, según las diversas circunstancias— manifiestan esta unidad que es la Iglesia de Cristo en la comunidad de los jóvenes. Por tanto, deseo saludar ahora a todos los que en todas partes —en cualquier país de los cinco continentes— celebran la Jornada de la juventud. El punto de referencia para esta jornada sigue siendo, como cada año, el Domingo de Ramos." (...)
El Cardenal Pironio junto a Juan Pablo II Pascua 30 de marzo de 1986 |
Mediante la cruz y la resurrección, mediante el misterio pascual, Cristo dirige a cada uno de nosotros la llamada: “Sígueme”.
La dirigió al joven del Evangelio en el camino de su peregrinación mesiánica, pero entonces la verdad sobre Él (sobre Cristo) no había sido aún revelada en su plenitud.
Ha de revelarse en su totalidad en estos días. Ha de ser complementada con su pasión, muerte y resurrección. Ha de convertirse en respuesta a los interrogantes más fundamentales del hombre. Ha de convertirse en desafío de la inmortalidad.
Precisamente en estos días, vosotros jóvenes habéis venido junto a los sepulcros de los Apóstoles. Aquí, donde Pedro y Pablo hace casi dos mil años dieron testimonio de Cristo, quien mediante la cruz ha venido a ser “el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Hemos decidido celebrar en la Iglesia la Jornada de la Juventud precisamente en este domingo.
Realmente no quedaron decepcionados los que durante la entrada de Jesús en Jerusalén gritaban: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.
Tampoco quedaron decepcionados los jóvenes: “pueri hebraeorum”.
El viernes por la noche todo parecía testimoniar la victoria del pecado y de la muerte. Sin embargo, a los tres días, ha hablado de nuevo la “piedra removida” (“gritarán las piedras”).
Y no quedaron decepcionados. Todas las expectaciones del hombre, cargado con la herencia del pecado, han sido completamente superadas.
Dux vitae mortuus — regnat vivus.
No quedaron decepcionados.
Y por esto celebramos en este día la Jornada de la Juventud. En efecto, este día está vinculado a la esperanza que no decepciona (cf. Rm 5, 5). Las generaciones que siempre se renuevan necesitan esta esperanza. La necesitan cada vez más.
No quedaron decepcionados los que gritaron: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Sí. Llega. Entró en la historia del hombre. En Jesucristo Dios entró definitivamente en la historia del hombre. Vosotros jóvenes, debéis encontrarlo los primeros. Debes encontrarlo constantemente.
“La Jornada de la Juventud” significa precisamente esto: salir al encuentro de Dios, que entró en la historia del hombre mediante el misterio pascual de Jesucristo. Entró en ella de manera irreversible.
Y quiere encontraros antes a vosotros, jóvenes. Y a cada uno quiere decir: “Sígueme”.
Sígueme. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Amén."
Homilía completa ver AQUI
ANGELUS
DOMINGO DE RAMOS - JMJ ROMA 1986
Al rezar a mediodía "el Ángelus", volvemos a traer ante los ojos de nuestras almas ese acontecimiento, ese momento que pertenece también al misterio pascual de Jesucristo.
El Crucificado confía a su Madre el discípulo. Es el discípulo "a quien Él (Jesús) amaba", lo mismo que en otra ocasión demostró amor por el joven del Evangelio, después de haber fijado en él la mirada (cf. Mc 10, 21). El discípulo junto a la cruz, el Evangelista Juan, escribe las palabras del testamento de Jesús.
Precisamente todos vosotros, queridos jóvenes, muchachos y muchachas, discípulos de Cristo, habéis sido confiados, juntamente con Él, a la Madre de vuestro Maestro: Habéis sido confiados a Ella en la hora de la redención del mundo.
Es preciso, pues, que acojáis a María en vuestras jóvenes vidas, igual que el Apóstol Juan la acogió "en su casa". Que le permitáis ser vuestra Madre. Que abráis ante Ella vuestros corazones y vuestras conciencias. Que Ella os ayude a encontrar siempre a Cristo, para "seguirlo" por cada uno de los caminos de vuestra vida.
Quiero recordaros también un problema con ocasión de esta común oración del Ángelus. El año 1986; por iniciativa de la ONU, es el Año de la Paz.
Desde el primer día de este año la Iglesia ha puesto de relieve esta iniciativa, que manifiesta los temores, pero también las esperanzas, de toda la familia humana.
Este año, pues, es también el año de la oración por la paz, y en esta oración queremos unirnos no sólo con todos los seguidores de Cristo, sino también con cuantos profesan las religiones no-cristianas en todo el mundo. Con esta finalidad, se ha dirigido la invitación a todos los responsables de las mismas, y se ha elegido el lugar, Asís, para una oración común, en el mes de octubre.
"La paz y los jóvenes caminan juntos". Así anunciaba el Mensaje de primero de año de 1986. Pido, pues, al Señor que la oración por la paz cuente de modo especial con vuestra participación, jóvenes. Que de este modo crezca la gran fuerza moral en el mundo tan amenazada por la carrera de armamentos, por el odio, el terrorismo, la violación de los derechos humanos, especialmente del derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte.
¡"Bienaventurados los que trabajan por la paz"... !
3. Al encontrarnos en el umbral de la Semana Santa, juntamente con María al pie de la cruz de Cristo, abracemos con nuestra oración a los jóvenes de todo el mundo: a la juventud masculina y femenina. A todos. Especialmente a los que sufren.
Dios exaltó a Cristo, nacido de la Virgen María, por medio de la cruz. En la cruz de Cristo deseamos encontrar de nuevo ―juntamente con el Apóstol de las Gentes― la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios. De esto depende el futuro del hombre y del mundo.
SALUDO DEL SANTO PADRE A LAS DELEGACIONES PRESENTES EN PLAZA SAN PEDRO, DESPUÉS DEL REZO DEL ANGELUS.
Bienvenue aux jeunes de langue française, réunis auprès du Successeur de l’Apôtre Pierre pour acclamer le Christ, avec leurs amis de nombreux pays! Répandez autour de vous, parmi les autres jeunes de vos diocèses, de vos écoles, de vos mouvements, la Bonne Nouvelle du Christ vivant, qui est lumière pour leur vie!
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Saludo a los numerosos jóvenes de lengua española presentes en esta celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, y a todos los que se han unido a ella en sus propias diócesis. Que el seguimiento generoso de Jesús sea siempre el ideal de vuestra vida cristiana.
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I greet with joy all the English-speaking young people here today. The Palm Sunday celebration and all the liturgies of Holy Week direct our attention to Jesus, to his Passion, Death and Resurrection. It is special season of grace, a time to reflect on the Saviour’s great love for us all. May each of you be near to Christ this week. He will fill your hearts with his peace.
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Ebenso grüße ich euch, Jungen und Mädchen deutscher Sprache, und alle anderen Besucher dieser Länder: Heute, am Palmsonntag, habt ihr unserem Herrn und Heiland Jesus Christus in der feierlichen Liturgie mit Herz und Mund eure Zustimmung bekundet; folgt ihm nun auch im Alltag eures Lebens, an hellen wie an dunklen Tagen!
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Para todos os presentes de expressão portuguesa, vão igualmente as minhas saudações cordiais! Que a presença em Roma vos sirva para crescer na fé, carissmos Jovens, e para o encontro pessoal com Deus, em Jesus Cristo!
Desejo a todos, às vossas famílias e aos amigos jovens de vossas terras graça, paz e alegria, no Senhor Ressuscitado!
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Un saluto cordialissimo a tutti i giovani di Roma e d’Italia, provenienti da varie parrocchie e diocesi, e appartenenti a differenti Associazioni, Movimenti e gruppi.
Carissimi giovani, la Chiesa vi tende la mano e guarda a voi con grande simpatia.
La Giornata Mondiale della Gioventù sia per voi tutti uno stimolo a fare del vostro cuore un luogo di accoglienza della verità, e sostenga il vostro impegno ad essere sempre pronti a rispondere a chiunque vi domandi ragione della speranza che è in voi!
EL ORIGEN DE LA JMJ
Juan Pablo II en la Vigilia de la JMJ Roma 2000 |
San Juan Pablo II lo explicaba así:
"Todo párroco de Roma sabe que la visita a las parroquias debe concluir con un encuentro del Obispo de Roma con los jóvenes. Y no solamente en Roma, sino en cualquier parte a la que el Papa vaya busca a los jóvenes, y en todas partes es buscado por los jóvenes. Aunque, la verdad es que no es a él a quien buscan. A quien buscan es a Cristo, que «sabe lo que hay en cada hombre»(Juan 2,25), especialmente en un hombre joven,! y sabe dar las verdaderas respuestas a sus preguntas! y si son respuestas exigentes, los jóvenes no las rehuyen en absoluto; se diría más bien que las esperan.
Se explica así también la génesis de las jornadas mundiales de los jóvenes.
Inicialmente, con ocasión del Año Jubilar de la Redención y luego con el Ano Internacional de la Juventud, convocado par la Organización de las Naciones Unidas (1985), los jóvenes fueron invitados a Roma.
Y éste fue el comienzo. Nadie ha inventado las jornadas mundiales de los jóvenes. Fueron ellos quienes las crearon.
Esas jornadas, esos encuentros, se convirtieron desde entonces en una necesidad de los jóvenes en todos las lugares del mundo. Las más de las veces han sido una gran sorpresa para los sacerdotes, e incluso para las obispos. Superaron todo la que ellos mismos se esperaban.
Estas jornadas mundiales se han convertido también en un fascinante y gran testimonio que los jóvenes se dan a sí mismos, han llegado a ser un poderoso medio de evangelización.
En los jóvenes hay un inmenso potencial de bien, y de posibilidades creativas. Cuando me encuentro con ellos, en cualquier lugar del mundo, espero en primer lugar todo lo que ellos quieran decirme de su sociedad, de su Iglesia. y siempre les hago tomar conciencia de esto:
«No es más importante, en absoluto, lo que yo os vaya a decir; lo importante es lo que vosotros me digáis. Me lo diréis no necesariamente con palabras; lo diréis con vuestra presencia, con vuestras canciones, quizá incluso con vuestros bailes, con vuestras representaciones; en fin, con vuestro entusiasmo.»
Tenemos necesidad del entusiasmo de los jóvenes. Tenemos necesidad de la alegría de vivir que tienen los jóvenes. En ella se refleja algo de la alegría original que Dios tuvo al crear al hombre.
Esta alegría es la que experimentan los jóvenes en sí mismos. Es igual en cada lugar, pero es
también siempre nueva, original. Los jóvenes la saben expresar a su modo.
No es verdad que sea el Papa quien lleva a los jóvenes de un extremo al otro del globo terráqueo. Son ellos quienes le llevan a él.
Y aunque sus años aumentan, ellos le exhortan a ser joven, no le permiten que olvide su experiencia, su descubrimiento de la juventud y logran importancia que tiene para la vida de cada hombre. Pienso que esto explica muchas cosas.
El día de la inauguración del pontificado, el 22 de octubre de 1978, después de la conclusión de la liturgia, dije a las jóvenes en la plaza de San Pedro: «Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. Vosotros sois mi esperanza.» Recuerdo constantemente aquellas palabras".
[Juan Pablo II PP, Varcare la soglia della speranza, Arnoldo Mondadori Editore,1994]
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