Historia
de la Causa de Beatificación
y Canonización
Al
cumplirse 5 años de su fallecimiento, la Conferencia Episcopal Argentina, en su
Asamblea Plenaria de noviembre de 2003, decidió abrir la causa de beatificación
y Canonización del Card. Eduardo Francisco
Pironio y ser ella el actor principal de la misma.
En
el mes de abril de 2005 la causa fue introducida en el tribunal eclesiástico
del Vicariato
de Roma y se designó Postulador al Padre Giuseppe Tamburrino,
monje benedictino y
sacerdote de la Abadía de Praglia, Italia.
Obtenido
el parecer favorable a la admisión de la causa por parte de la Conferencia
Episcopal del Lacio, el Cardenal Camilo Ruini, el 13 de
junio emite el Edicto para poner en conocimiento
de la comunidad eclesial la solicitud de la causa y solicitar noticias sobre la
fama de santidad del Siervo de Dios. El
texto completo del edicto, firmado por el cardenal Camillo Ruini, vicario
general, y Giuseppe Gobbi, notario, dice así:
“El
5 de febrero de 1998 murió en Roma el siervo de Dios Eduardo Francisco Pironio,
cardenal de la santa Iglesia romana.
El
siervo de Dios, hombre de profunda cultura teológica y espiritual, a través de
su servicio al Señor y a la santa
Iglesia en los diversos ministerios a los que fue llamado, y con su participación
personal en el sufrimiento y en la cruz
de Cristo en varias circunstancias de su vida, testimonió su gran fe en Dios
con la alegría de ser su consagrado y
con el deseo constante de comunicarla a los jóvenes de hoy.
Habiendo
aumentado cada vez más, con el paso de los años, su fama de santidad, y
habiéndose solicitado formalmente incoar la causa de beatificación y
canonización del siervo de Dios, al darla a conocer a la comunidad eclesial,
invitamos a todos y cada uno de los fieles a comunicarnos directamente o enviar
al Tribunal diocesano del Vicariato de Roma (plaza S. Giovanni in Laterano,
6–00184 Roma) todas las noticias que, de
cualquier manera, puedan proporcionar elementos favorables o contrarios a la
fama de santidad de dicho siervo de Dios.
Además,
debiéndose recoger, a tenor de las disposiciones legales, todos los escritos a
él atribuidos, ordenamos, con el presente Edicto, a todos los que posean
alguno, que envíen con la debida solicitud a dicho Tribunal cualquier escrito
que tenga como autor al siervo de Dios, si no ha sido ya entregado a la
Postulación de la causa.
Recordamos
que con el nombre de escritos no sólo se entienden las obras impresas, que por
lo demás ya han sido reunidas, sino también los manuscritos, los diarios, las
cartas y cualquier otra escritura privada del siervo de Dios. Los que deseen
conversar los originales, pueden presentar una copia debidamente autenticada.
Establecemos,
por último, que este Edicto permanezca fijado durante dos meses en las puertas
del Vicariato de Roma, así como en las de la Curia de La Plata (Argentina), y
que sea publicado en la Revista diocesana de Roma y en los diarios L’Osservatore
Romano y Avvenire.”
Dado en Roma, en
la sede del Vicariato, el 13 de junio de 2005.
Posteriormente
fueron designados dos censores teológicos para el examen de los escritos
publicados por el Cardenal. Habiendo examinado el material han presentado su
juicio muy positivo sobre la ortodoxia de doctrina y sobre la figura emergente
de sus escritos.
Con
fecha 21 de noviembre de 2005 es designada Beatriz Buzzetti Thomson,
vice-postuladora, según expresa el nombramiento “para que cumpla esta tarea en
todo lo que se refiere a la Causa y que deberá ser tratado en Argentina y
países limítrofes de América latina”
La
Congregación para la Causa de los Santos concedió el Nihil obstat para la
apertura del Proceso de Beatificación y Canonización.
El
23 de junio de 2006, se realizó la solemne apertura de la fase diocesana del
proceso de beatificación y canonización de Siervo de Dios Cardenal Eduardo
Francisco Pironio.
La
ceremonia se desarrolló en la Sala della Conziliacione del Palazzo Apostolico
Lateranense y fue presidida por el Card. Camilo Ruini, Vicario General de Su
Santidad para la diócesis de Roma.
Se
constituyó la comisión histórica y la designación de los censores históricos
que se encuentran abocados al estudio de los numerosos escritos y documentos
que dan cuenta de su vida y su obra, como así también del contexto histórico en
el cual el Cardenal Pironio desarrolló su acción.
El
lunes 19 de febrero de 2007, el Tribunal de la Curia Arzobispal de Buenos Aires
se reunió en primera sesión, para realizar los actos iniciales del Proceso en
la Argentina, que recogerá los testimonios sobre la fama de santidad y el ejercicio
heroico de las virtudes del Siervo de Dios Eduardo Francisco Pironio.
El
Tribunal fue presidido por Su Excelencia Monseñor Joaquín Sucunza, Vicario
General del Arzobispado de Buenos Aires, y está compuesto por el Padre Luis
Glinka, OFM, juez delegado y el P. Alejandro Bunge, juez adjunto; el P César
Salvador Sturba, promotor de justicia y las notarias adjuntas Hna Isabel
Fernández y la Srta Josefina Martinetto. Estuvieron también presentes el
Postulador de la Causa, R.P. Giuseppe Tamburrino OSB, venidos especialmente de
Roma para esta ocasión, la Vicepostuladora, Beatriz Buzzetti Thomson, y la
Vicecanciller María Luisa Morani.
El
5 de octubre d 2007 se efectuó la sesión de clausura del Tribunal Rogatorial de
Buenos Aires, luego de haber recibido 42 testimonios correspondientes a
sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos de la República Argentina y de
Colombia.
De
igual forma finalizó su tarea el Tribunal Rogatorial de Madrid y se encuentran
en pleno desarrollo las actividades del Tribunal Eclesiástico del Vicariato de
Roma.
Crónica del
Osservatore Romano sobre
la apertura de la fase diocesana en Roma
CRÓNICA
DE LA APERTURA DE LA CAUSA
Por
Gianfranco Grieco
Osservatore
Romano
Junio de 2006
(Traducción
del Italiano)
Apertura
de la fase diocesana del proceso de
beatificación
y canonización del Siervo de Dios
Cardenal
Eduardo Francisco Pironio
El hombre del Magnificat que ha amado: el Padre, la
Cruz, la Virgen, la Iglesia
Sonreía
desde el cielo el siervo de dios Eduardo Francisco Pironio mientras en la Sala
de la Conciliación del Palacio apostólico de Laterano se abría la fase
diocesana del proceso de beatificación y canonización, precedida por el
Cardenal Camilo Ruini vicario general de su santidad para la diócesis de Roma.
El
cardenal argentino murió en roma el 5 de febrero de 1998 a la edad de 77 años.
Con
el cardenal Ruini estaban Monseñor Gianfranco Bella (vicario judicial del
tribunal ordinario de la diócesis de Roma), Mons. Giuseppe D'Alonso (defensor
del vinculo y promotor de justicia), Giuseppe Gobbi (canciller); Francesco
Allegrini (escritor) y finalmente el padre Giuseppe Tamburrino, postulador de
la causa.
Cantos
en gregoriano, juramento y la firma del documentos fueron seguidos de momentos
de silencio y alegría.
(…)
Presencia
significativa
Eran
muchos los que querían honrar con su presencia este evento de gracia. Se
contaba entre los presentes el cardenal argentino SER. Jorge María Mejía (archivista
y bibliotecario de la Santa Romana Iglesia), el arzobispo Monseñor Leonardo Sandri
(sustituto de la secretaria de estado), el arzobispo Monseñor Stanislaw Rylko (presidente
del Pontificio Consejo para los Laicos), Monseñor Josef Clemens (obispo secretario del
pontificio consejo para los laicos) Monseñor Francis Kohn (responsable de la sección
de jóvenes); Monseñor Francesco Pio Tamburrino (arzobispo de Foggia-Bovino, Italia); Monseñor
Renato Boccardo (obispo, secretario general del Governatorato del Estado Ciudad
del Vaticano, que ha trabajado con el Cardenal Pironio como responsable de la
sección jóvenes siendo organizador de la Jornada Mundial de Juventud en las
ediciones 1993, 1995 y 1997); el obispo Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo (Canciller
de la Pontificia Academia de las Ciencias y Ciencias Sociales), Monseñor Brian Farrell (obispo, secretario del Pontificio
Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos); Monseñor Fabriciano Sigampa (obispo de
Resistencia, que representaba a la Conferencia Episcopal Argentina); Monseñor Rubén Héctor Di Monte (obispo de Mercedes-Luján);
el obispo Monseñor Cipriano Calderón Polo, (Vicepresidente emérito de la Pontificia Comisión
para America Latina); Monseñor Domenico Pecile (obispo emérito de Latina-Terracina-Sezze-Priveno, Italia); Monseñor Guillermo Karcher
(sacerdote argentino, miembro de la Secretaria de Estado); Padre Fernando
Vergez Alzaga L.C (secretario del
Cardenal Pironio por 23 años); Monseñor Marco Frisina, (director de la oficina de liturgia del vicariato de Roma y
director del Coro de la diócesis de Roma, que junto con algunos jóvenes
entonaron cantos gregorianos); Mons. Natalino Zagotto (vicario episcopal y
director de la oficina de la vida consagrada); Padre Eusebio Fernández Sola (Capo
Ufficio de la Congregación para los institutos de vida consagrada y sociedades
de vida apostólica, que trabajó por nueve años junto a Pironio); también
asistieron numerosos sacerdotes, religiosos y laicos de la comunidad argentina;
Sr. Luis Carlos Custer (embajador de la Argentina
ante la Santa Sede); por la Comunidad San Egidio (prof. Alberto Monticone; Cristina De Luca; Marcello Bedeschi, Gianni
La Bella, que para el 5 febrero de 2007 el señor La Bella ha preparado un importante
convenio sobre el Cardenal); y finalmente estaban presentes diversos fieles laicos
que colaboraron junto al cardenal Pironio.
En
la celebración el obispo de Resistencia, Mons. Sigampa fue el encargado de
presentar la figura y testimonio del Card. Pironio y pidió oraciones por la
beatificación de esta gran hijo de la Iglesia Argentina.
El
acto concluyo con el canto final del «Magnificat» mientras desde el cielo el
siervo de Dios Card. Pironio continuaba a bendecir a los presentes. A todos los
participantes se les entrego la imagen del purpurado con la oración para la
beatificación.
Un perfil de
personalidad del cardenal argentino
Cardenal Ruini ofreció a todos los presentes un perfil del Siervo de Dios Cardenal Eduardo Francisco Pironio, del título diócesis suburbicaria de Sabina y Poggio Mirteto.
El
cardenal Ruini dijo inmediatamente que era un buen augurio que el proceso de
beatificación y canonización del cardenal se abrió en la solemnidad del Sagrado
Corazón de Jesús, y que la causa comenzó viaje y que coincide con las causas de
los dos Papas, Pablo VI y Juan Pablo II, de quienes fue amigo y colaboró con
ellos directamente al frente de dos importantes dicasterios de la Curia
Romana.
Hijo
ilustre de la tierra de Argentina, el cardenal Eduardo Francisco Pironio nació
en Nueve de Julio, en la provincia de Buenos Aires, 3 de diciembre de 1920. El
menor de 22 hijos del matrimonio compuesto por José y Rosa Enrica
Buttazzoni. Su hogar era de inmigrantes
italianos modestos provenientes de Percoto
en Friuli.
Con
motivo del 50 aniversario de su sacerdocio era el mismo Cardenal el que contó –
señaló Ruini - que en su familia había
un milagro: cuando tuvo a su primer hijo, su madre tenía sólo dieciocho años y
se enfermó mucho. Y relata cómo fue curada por la unción con el aceite de la
lámpara del Santuario de Luján, ante el diagnostico de los médicos que le dijeron
que ya no podía tener hijos sin poner en peligro su vida. En ese momento en
Nueve de Julio, llegó en visita pastoral el obispo auxiliar de La Plata, Mons.
Alberti. La Sra Pironio se le acercó y le explicó su caso, pidiendo su
bendición. El obispo dijo: "señora, los médicos pueden estar equivocados;
si usted se pone en las manos de Dios puede cumplir con su deber de esposa y madre”.
Su
mamá tenía fe y dio a luz a otros 21 niños y vivió hasta los 82 años. Justamente
el último de los hijos fue el futuro cardenal.
Cuando
en 1943 Mons. Pironio fue consagrado obispo auxiliar de La Plata, el Arzobispo
le dio en la consagración la cruz pectoral de aquel obispo Alberti, sin conocer
la historia que había detrás.
En
la homilía de la misa funeral del cardenal Pironio, Juan Pablo II comentó: “Este
incidente pone de manifiesto las razones que sustentaron su camino de fe. Su
existencia fue un himno al Dios de la vida”.
Encontramos
aquí – subrayó el cardenal Ruini – una “clave
de lectura” de toda a experiencia humana y espiritual del cardenal Pironio.
Después
de asistir a la escuela regular en el lugar de su nacimiento, Eduardo Francisco
entró en 1932 al Seminario San José de La Plata. Fue ordenado sacerdote en el
santuario Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján, Patrona del país 5 de
diciembre de 1943 y comenzó su labor pastoral como profesor de Letras, luego de
Filosofía y Teología en el Seminario Pio XII en Mercedes (Argentina). Completo
sus estudios en teología en el Pontificio Ateneo Angelicum de Roma.
En
1958 fue nombrado Vicario General de la diócesis de Mercedes y Profesor de
Teología en la Universidad Católica de Buenos Aires; luego se convirtió en
rector del Seminario Metropolitano de Buenos Aires en 1960, pasando como el
primer rector del clero diocesano a la gestión de los Padres Jesuitas. Fue visitador
Apostólico de Universidades Católicas de Argentina y el Decano del Instituto -
entonces facultad - Teología de la Universidad Católica de Buenos Aires en
1963.
Fue
nombrado obispo auxiliar de La Plata, fue ordenado obispo el 31 de mayo
1964 en la Basílica-Santuario de Luján, fue nombrado asistente nacional de la
Acción Católica y el presidente de la Comisión Episcopal de fe y ecumenismo.
Mons.
Pironio participó en el Concilio Vaticano II, en la primera sesión como
"observador"; en el segundo como "experto / perito"; y como
obispo en las últimas sesiones.
El
Papa lo nombró miembro del Secretariado Pontificio para los no creyentes y se
convirtió en parte de la Comisión para los Seminarios del Consejo Episcopal
Latinoamericano.
En
1967 Mons. Pironio fue enviado como administrador apostólico de la diócesis de
Avellaneda (Buenos Aires).
En
ese mismo año, fue elegido Secretario General del CELAM, cargo que fue
reelegido en 1970 por dos años más.
En
1968 el Papa Pablo VI lo nombró Secretario de la Segunda Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano (CELAM) que se celebró en Medellín, Colombia.
El
19 de abril 1972 Mons. Pironio fue nombrado obispo residencial de Mar del
Plata, y entró en la diócesis el 26 de mayo. En noviembre del mismo año fue
elegido presidente del CELAM.
La estima y el
afecto de Pablo VI
Monseñor Pironio y Pablo VI |
En 1974 el Papa Pablo VI lo llamó a predicar el retiro de la Curia Romana y en septiembre de 1975 fue nombrado Pro-Prefecto de la Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares. Desde Roma, Pironio se hace presente en la Iglesia universal.
Incansablemente
participado en reuniones de los religiosos, en los Capítulos Generales;
visitado muchas comunidades y centros de estudio en diferentes continentes.
“Estoy
consiguiendo liderar la Congregación para los Religiosos cuando se levantaban
la cresta de las olas – señalaba Pironio - estábamos justo en el período
post-conciliar en ese momento comenzó la
renovación de todas las reglas y constituciones de órdenes y congregaciones
religiosas, con todas las tensiones que siguieron”.
La
mayoría de estos documentos renovados llevan la firma de Pironio.
En
el consistorio del 24 de mayo 1976 Pablo
VI fue elevado a la dignidad de cardenal, con el título de los Santos Cosme y
Damián.
Posteriormente,
lo nombró miembro de la Congregación para los Obispos, para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos, para la Educación Católica, para las Iglesias
Orientales, para la Evangelización de los Pueblos, el Consejo de Asuntos Públicos
Iglesia, la Pontificia Comisión para la Interpretación Auténtica del Código de derecho
canónico, y también para América Latina.
Pironio
participó en todos los sínodos de obispos, ordinarios, extraordinarios y
especiales, que se celebraron después del Concilio.
Sus
intervenciones eran numerosas, de gran pastoral
y doctrinal en las asambleas
sinodales, todos ellos vinculados a una visión vigilante y al mismo tiempo de confianza
en el fermento que hay en la iglesia. Por su experiencia fructífera de labor en
el CELAM, fue capaz de ofrecer a los padres sinodales una rica cosecha de
conocimientos sobre la situación y las necesidades particulares de la Iglesia
latinoamericana.
En
1984, el 9 de abril, Juan Pablo II lo nombró presidente del Consejo Pontificio
para los Laicos: “En ese momento me pareció a mí, como a muchos les pareció
–comentaba el cardenal a sí mismo en
1995 - que he sido relegado a una posición de serie " B " . En su
lugar me enteré que había sido "promovido" al estado laical. Los
laicos, de hecho, constituyen la mayoría del pueblo de Dios. Y entonces el Papa
darme esta nueva posición me ha invitado a continuar lo que ya había hecho en
la Congregación para los Religiosos. Este Consejo Pontificio pude trabajar para
que los grandes movimientos eclesiales, que son un verdadero don de Dios y una gracia
del Espíritu Santo, para que puedan encajar armoniosamente y se sientan
bienvenidos en la vida de las iglesias locales. Entonces, estoy contento de
terminar allí mi servicio a la Iglesia: una obra en contacto con los laicos, al
igual que cuando empecé mi ministerio, hace tantos años”.
El
mismo Juan Pablo II lo promoverá a la Orden de los Obispos asignándole el
título de Iglesia Suburbicaria de Sabina-Poggio Mirteto (11 julio de 1995).
Un capítulo especial
de su vida: la JMJ
Un
capítulo especial del paso de Pironio por el Consejo Pontificio para los Laicos
– ha comentado el cardenal Ruini – consiste en la Jornada Mundial de la Juventud. Jornada
nacida de la intuición profética y del gran amor por la juventud que tenía Juan
Pablo II, estas reuniones han encontrado un incondicional partidario en el
cardenal Pironio, artífice sabio: él los recibió en su nacimiento en Roma en
1984, convirtiéndose en un peregrino incansable con el Papa y con los jóvenes
en los caminos del mundo, los acompañó con ternura y amor hasta la víspera de
su décimo segunda edición en París.
Y
cada vez acompañaba con su palabra y presencia asidua, discreta, sonriente y
paterna, marcaba siempre un paso adelante, un cambio en el sentir, daba una
perspectiva diversa en su reflexión, siempre una semilla nueva, que
sembraba con delicadeza y confianza en
la tierra fértil de la verde edad.
El
mal que lo minaba desde 1984
Cuando
fue diagnosticado por los médicos de Bologna, dijo serenamente a su fidelísimo
secretario “Zarpé a bordo del piloto que me conducirá a puerto”
Se
desencadeno el mal a finales del 1996. Fueron meses de intensa sufrimiento, en
los cuales el cardenal siempre con la sonrisa en los labios con profunda y
serena sabiduría – comentó el card. Ruini
– completa en su carne lo que falta al sufrimiento de Cristo (cfr. Colonenses
1,24). Murió el 5 de febrero de 1998, tenía 77 años.
Hombre de
cultura teológica profunda y espiritual
De
la cronología de su vida el cardenal Ruini luego presentó la personalidad del
cardenal Pironio "hombre de cultura teológica profunda y espiritual".
Pironio
extendió más allá de sí mismo con su predicación y sus escritos, su pasión por
Cristo, por la Virgen y por la Iglesia.
Hay
41 libros publicados, son una cien o decenas sus artículos publicados en revistas
tanto eclesiales como de la vida religiosa y en revistas laicales. Numerosos los
textos publicados en nuestro periódico L'Osservatore Romano.
Pironio
creía profundamente “en la fecundidad del sufrimiento y la cruz” – enfatizó el cardenal vicario – por ello que no dudaba en corregir con serenidad,
y muy raramente se quejaba.
Ha
dado ejemplos de gran calidad humana cuando se refería a personas que habían hablado mal de él o
injustamente hablado de él.
Cuando
se 'jubiló' amaba decir que a partir de ese momento (de su retiro) su vida se
resumiría a tres palabras: “Cruz, silencio y oración”.
A
menudo repetía: “Estoy contento de ser un mártir, de ser pastor, de ser padre”.
En
los últimos meses de vida, en cierto sentido, había aprendido a “vencer a la muerte”.
En
su testamento pide perdón a los que han tenido que sufrir a causa de él: “Quiero
morir tranquilo y sereno: perdonado de la misericordia del Padre, de la bondad
materna de la Iglesia y del afecto y la comprensión de mis hermanos. No tengo
enemigos y gracias a Dios, no siento rencor ni envidia por ninguno. A todos les
pido que me perdonen y recen por mi alma”.
Fue
el cardenal Pironio el "hombre del Magnificat". Este era el tipo de
persona que el cardenal quería encarnar: el creyente capaz de decir el
Magnificat, verdadero preludio del sermón de la montaña y en especial las bienaventuranzas.
En
el "Magnificat" – continuó el
cardenal Ruini – también se afirma el buen espíritu de la teología y la
espiritualidad de la liberación que nunca ha faltado al Cardenal y que tanto le
inspiró. Del canto de la Virgen aprendió a ser un hombre de la poesía, de la
valentía y de la profecía. Después de todo, se reconoció a sí mismo en el canto
de acción de gracias: “Magnificat! Me pongo en el corazón de María, mi buena
Madre, la Virgen fiel, que me ayude a dar gracias al Padre” (Testamento).
El
"Magnificat", fue el Leitmotiv de su vida. Es la palabra que en su
testamento se repite 13 veces. Le sale de adentro. Es la canción de gratitud, de
alegría, de misericordia; es la palabra de dolor, de ternura, de esperanza.
“Mi
vida sacerdotal siempre se ha caracterizado por tres grandes amores y presencias:
el Padre, la Santísima Virgen María, la Cruz” - escribió en su Testamento – podríamos
añadir un cuarto – dijo Ruini – la Iglesia: en este cuarto, que era en realidad su
favorito, había puesto su corazón.
“La
Madre del Señor fue compañía e inspiración para su vida; ha experimentado los
momentos más significativos y fuertes de
su existencia en la casa de María: en el Santuario Nacional de Nuestra Señora
de Luján y, en Italia, en Loreto, sede de su ternura y de su afecto por la
madre. “Magnificat! Doy gracias al Señor que me hizo entender el misterio de
María en el misterio de Jesús y porque la Virgen estuvo siempre presente en mi
vida personal y en mi ministerio. Le debo todo a ella. Confieso que debo a ella
la fecundidad de mi palabra. Y que las grandes fechas de mi vida – de cruz y de
alegría – siempre han sido fechas
marianas” (Testamento).
El
2 de febrero de 1998, tres días antes de su muerte, en plena lucidez se
despidió de los que estaban a su alrededor y saludó a la Virgen, diciendo que
la sentía particularmente cercana. Incluso en el último día era capaz de
recitar la antífona Salve Regina, pronunciando con especial intensidad las
palabras: “Muéstranos, después de este destierro, a Jesús, fruto bendito de tu
vientre”.
El
cuerpo mortal del cardenal Pironio descansa – de acuerdo a su voluntad – en el santuario de
Nuestra Señora de Luján, a cuyos pies había recibido la ordenación sacerdotal y
la consagración episcopal, y donde espera la resurrección y el reconocimiento
de su vida santa y virtudes por parte de la Iglesia.
A
demás el Cardenal Ruini expresó sus mejores deseos a la Conferencia Episcopal
de Argentina por haber tomado la iniciativa en este proceso canónico, del cual
auspició una pronta y exitosa conclusión. El Cardenal agradeció a Mons. Bella y
a todo el tribunal diocesano, que una
vez más, con su diligencia habitual, generosidad y competencia se embarca en un
nuevo esfuerzo.
Crónica completa
en italiano disponible en
http://www.fiacifca.org/it/testimoni/news/pironio/causa/fase_diocesana/grieco_osservatoreromano
VER TAMBÍEN
CÓMO ES EL MILAGRO QUE SE ESTUDIA EN EL VATICANO?
POSTULACIÓN DE LA CAUSA
ORACIÓN AL CARDENAL PIRONIO
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